Crónica de una rodada.
Siete de la mañana, la alarma del despertador insiste en interrumpir el difícilmente logrado sueño: no, nooooo, no me quiero levantar, no puede ser, mejor hoy no voy. Y le pico al botón "nap" queriendo diferir el momento de la verdad, ese momento en que te levantas sin ganas, te decides a dejar las sábanas calientitas y te metes al baño despacito, tratando de no hacer ni el menor ruido, no sea que despiertes a medio mundo y entonces sí "arde Troya". Desde anoche dejaste la ropa de ciclismo acomodada, te metes las licras, el jersey, te echas agua en la cara para espabilarte, te cepillas los dientes y terminas de vestirte, te pones una gorra, una chamarra y listo, a la montaña.
Mientras montas la bici en el rack vas haciendo un inventario mental: el camel con agua, ya! los zapatos, ya! el casco, ya! los guantes, ya! parece que todo está en orden, así que vámonos. En el camino vas pensando; a ver quien llega, mmmm, el Profe, no, no creo, ese ya es un huevonazo; el Jerry, si, a ese no lo aguantan en su casa; el Chucho, pue' que, con eso que no tiene correo; el Sherpa, a ver si le dan permiso, ya ves que le pegan; Abraham, quien sabe, ya ves que andaba torcido; Denis, ese si llega, fue el que mando el correo; Cutberto, también, él va a poner la ruta; Roland, no, ya ves que anda en Francia; Raúl, quien sabe, seguro en lunes lee el correo que mandó Denis ayer; JC, mmm no confirmó; Botello, hace rato que no lo veo y también andaba muy huevón; El Moy y Saúl, sabe, tiene rato que no se aparecen, se supone están entrenando para el Chupacabras; Juan Ma, tampoco, seguro anda en la moto...
Y así, llego a sitio de salida, 8:30 mmmta'! no hay nadie, carajo me hubiera dormido otro rato.
8:40 acabo la taza de café y el sandwich de desayuno. Y de mis cuates, nada, ni señal. Pongo música, afuera de la camioneta hace un frío del nabo, mejor aquí adentro los espero.
Por fin van llegando, uno por uno, comienza la chorcha, que onda? cómo estás? y nos vamos integrando a la charla mientras afinamos detalles con las bicis; lubricación, aire, suspensiones, pedales, todo a punto, aquello se convierte en una romería.
En eso, Beto comienza a platicarnos el plan para la rodada: miren, subimos por la Jabonosa y bajamos por el single hasta El Contadero, luego subimos hasta el acueducto y seguimos hasta arriba por el camino al 365º luego bajamos por las piedras y la Bajada de Mine, ¿Qué tal? No manches Beto, nos quieres matar!! ¿Es en serio?
En eso, Beto comienza a platicarnos el plan para la rodada: miren, subimos por la Jabonosa y bajamos por el single hasta El Contadero, luego subimos hasta el acueducto y seguimos hasta arriba por el camino al 365º luego bajamos por las piedras y la Bajada de Mine, ¿Qué tal? No manches Beto, nos quieres matar!! ¿Es en serio?
En esto estamos cuando llega jadeando, lleno de sudor, la respiración entrecortada por el esfuerzo, un compa que venía por la carretera rodando desde Toluca. Nos saluda ¡Buenojh diajh! con un acento de extranjero. ¿Hola que tal, desde donde vienes? Sho vengo dehde Toluca. ¿Y a donde vas? Voy para Vashe. ¿Por la carretera? Sí, por la carretera. Oye, pero eso está muy cañón, digo, por lo peligroso, ¿vas solo? Si, voy solo. ¿Y allá te esperan? ¿Te traen de regreso? ¿O cómo te regresas? (parecía interrogatorio de la AFI) No, me subo al camión y me regreso. Mmmta! pues con cuidado, porque la carretera es peligrosa y más yendo solo, está muy angosta. Si, graciah!
Oye, ¿eres chileno? ¡Si! ¿en que se me nota? Pues en el acento. ¿Y uhstede han ido a Vashe? Pss claro. ¿Y por la montaña? Ssssssee, lo nuestro lo nuestro lo nuestro, es la montaña. Caramba, entonceh uhstedeh deben andar muy duro. Ps ni tanto, ni tanto...
Y en eso el "hermano Jerry" se ablanda y la suelta: oye ¿Y por que no mejor te vienes con nosotros? vamos a hacer algo acá por la montaña, algo tranquilo, unos 20 o 25 kilómetros, digo, porque para Valle si está muy peligroso, en cambio acá, pues damos una vuelta leve y listo.
Y pregunta el Chileno: ¿Y no hay muchah bajadah técnicas? porque sho no soy muy bueno para las bajadas.
El Jerry: No wey, todo es tranquilo, una que otra bajadita, pero sin broncas.
Y bueno, entonces si voy.
Sale, pues vámonos!!
Así enfilamos en caravana, la primera parte todo mundo platicando, ji ji ji, ja ja ja, y llegamos a la Jabonosa, le sacamos la vuelta hasta llegar al single track y ahora sí, primera bajada grande. Ahí vamos todos, uno tras otro, vueltos la madre (que raro) disfrutando del single, bueno todos menos dos, uno: el chileno, que se le subieron los ovos hasta la garganta y otro: el Jerry, que se tuvo que quedar a esperarlo y a darle el ABC del descenso en bicicleta de montaña: párate bien en los pedales wey, echas las nalgas hasta atrás y vas controlando con los frenos.
Mientras, abajo, el frío nos estaba calando y ellos no llegaban.
Mientras, abajo, el frío nos estaba calando y ellos no llegaban.
Al fin, por allá saliendo del bosque alcanzamos a ver a Jerry, pero el Chileno no aparece, no se ve, ¿se habrá regresado? No, no, allá va saliendo del bosque también, lo vemos a lo lejos y ¡madres! caída entre los zacatones, se levanta, se monta y ¡madres! nueva caída. Se levanta, se acomoda, y de pronto se da cuenta que lo estamos viendo a lo lejos desde el llano. Se monta de nuevo queriendo componer la figura, y aplicando sus nuevos conocimientos de la técnica del descenso rueda unos metros y ¡madres! al suelo de nuevo.
Fffta' este cuate se me hace que no va a poder.
Al fin llega donde nosotros. ¿Que pasó mi amigo? Y nada, eh que el asiento ehtaba muy alto. Bueno, pues ajústalo wey porque esto apenas comienza. ¿Pero si puedes? ¿Seguro que quieres seguir? Si, si quiero.
Mira Chileno, por cierto ¿cómo te llamas? Antonio, me shamo Antonio, pero podeh decirme Toño.
Sale mi Toño, ¿ves aquel camino que pasa cruzando el río? Ese camino te regresa a la carretera, de ahí a la derecha sigues a Valle. Digo, por si la ves muy ruda acá en la montaña y te quieres regresar.
No, seguro, quiero sheguir con uhstede. Bueno, pues a darle.
Y va de vuelta al single que baja al Contadero, los Toston Biker's muy considerados, bajamos hechos la madre nuevamente y llegamos al entronque al final de la vereda. Mientras tanto Jerry haciendo labor de sacrificio lo vino esperando (ni modo, era su invitado).
Reunidos todos, hubo que volver a hacer el planteamiento: Mira mi Toño, hay momentos en la vida en que todo hombre debe decidir... Somos hombres o payasos! y ese momento ha llegado para ti.
De aqui todavía te puedes regresar, y pa'lante ya no hay nada más que monte. Mucha, muchísima subida y luego, pues todo lo que sube tiene que bajar. ¿Comprendes?
Y bueno, por subir sho no tengo problema, y decíme una cosa ¿lah bajadah son iguales a la que recién pasamoh? No Toño, le contesto, ya pasamos lo más difícil, si acaso lo demás está igual o más tranquilo. Botello me ve y moviendo los labios me hace señas de "no mames, cabrón". Y se ríe y afirma, "si, ya pasamos lo más difícil" guiñando un ojo.
Y así seguimos con el Chileno aguerrido demostrando en la subidosa que piernas le sobraban ya que no se quiso quedar en la reta y nos rebasó en los primeros metros, hasta que comprobó que la subida era eterna y poco a poco el entusiasmo fue cambiando a sufrimiento.
Pasaron los kilómetros y para nuestro buen amigo Toño, lo que comenzó como aventura se convirtió en pesadilla. Vino la subida hasta el bosque al pie del 365º y luego la tortuosa subida por el camino de las Piedras, no manches, el cuate se desmayaba, no podía más. Caminando, arrastraba la bicicleta, se había quedado muy atrás y ya no lo veíamos, ni lo escuchábamos. Comenzamos a gritarle, nada, sin respuesta. ¿Que onda, por donde se habrá ido? Silbatos, gritos, ¡Toñoooooo! ¡Toñoooooooo! nada, el pinche Chileno estaba perdido. ¡Puta! eso nos faltaba. Era la hora de las recriminaciones. Pinche Jerry ¿para que lo invitaste? ¿no te puedes callar cuando encuentras a alguien desconocido? ¡ya ni la chiflas!
y al Jerry en ese momento le llegó una luz de inspiración y sabiamente dedujo: "la próxima ves incluyo la pregunta ¿y que tal pedaleas?". No, bueno. Pues ahí para la otra.
Cutberto que era nuestro scout en esta ruta y Denis que andaba entero de piernas, bajaron entre el monte y en una vereda muy abajo encontraron su huella.
Este cabrón encontró una bajadita y dijo: "por aquí papá" y agarró vuelo. Hasta que no vio a nadie y finalmente se detuvo y pensó (nótese la sagacidad de la mente): "Pincheh mexicanos, concha de su madre, sha me dejaron". Y ahora si le entró el miedo. Solo, en medio del monte y sin saber ni donde estaba.
Para su suerte, Beto que conoce el monte como pocos lo alcanzó a ver y le gritaba, pero el Chilenito no lo escuchaba porque traía sus benditos audífonos puestos. Cabrón! mil veces cabrón!
Cuando por fin lo rescataron y se reunió de nuevo con el grupo, vinieron las cajetizas de parte de la concurrencia. Chucho, que ya había perdido la paciencia le dijo: mira pinche chileno, para empezar te me quitas esas madres de las orejas y luego, cuando te sientas perdido, ahí mismo te paras y te pones a escuchar para que identifiques los silbatos, no le sigas dando a lo wey, porque más bajas y más te pierdes ¿entiendes?
Lo acomodamos en medio del grupo y seguimos el calvario del ascenso. Por fin llegamos al 365º. Comida, agua, descanso, uff a toda madre.
Lo acomodamos en medio del grupo y seguimos el calvario del ascenso. Por fin llegamos al 365º. Comida, agua, descanso, uff a toda madre.
Nuestro amigo creyó que era el fin del suplicio y que ya abajito llegábamos al estacionamiento.
Con esa esperanza se animó, se trepó a su bicicleta, se bajó, le bajó el asiento (para bajar bien), se volvió a trepar y comenzó a seguirnos en el descenso. La cuerda le duró unos treinta metros en donde la pendiente se hace algo así como ir bajando por una pared y ¿que creen? sí, claro... ¡Madres! al suelo de nuevo, se bajó de la bici y se aventó toda la bajada a pie, entre cargar la bici, arrastrarla, pegarse con los pedales en las espinillas, tropezar con piedras y raíces, e ir mascullando todo el tiempo "odio ehthoh pincheh caminoh concha de su madre!! debí irme a Vashe!! para que leh hishe caso a ehtoh pincheh mexicanohh". Durante un buen rato lo acompañé y para no impacientarme me puse a tararear una canción, y en eso voltea furioso consigo mismo, furioso con la situación y seguramente mentándome la madre por dentro y me dice "no entiendo como putas ehs que vienehs cantando vos, mientras que sho me vengo partiendo la madre!!" Ja ja ja ahora sí ya no me pude aguantar y mis carcajadas lo forzaron a subirse de nuevo a la bici, como para demostrar que sí podía... y... ¡madres! suelo de nuevo.
Con mucha paciencia, nos fuimos alternando el cuidado del invitado hasta que felizmente lo depositamos en la carretera a la altura del Mapa. Y ¡lo increíble! todavía hizo amago de seguir con nosotros por la vereda hasta la Puerta del Monte. Nooooooooo!! ya nooooooooo!! TU TE VAS POR LA CARRETERA Y NOS ESPERAS EN LOS CARROS OK??
De plano hubo que negarle la última parte del camino por la montaña.
No supe si era persistencia o necedad. En fin...
La moraleja de esta historia es: CUANDO VEAS A UN DESCONOCIDO PEDALEAR, POR FAVOR, POR LO QUE MÁS QUIERAS, NO LO VAYAS A INVITAR!!
Que buen rato me hiciste pasar, no pude parar de reír, pobre tipo. Saludos Nino
ResponderEliminarMuy buena narración Alex, lo bueno es que no se animo para este ultimo domingo porque esta vez si se nos hubiera muerto. Saludos...
ResponderEliminarEl Sherpa.
Excelente narrativa Mi Alex te felicito, me hiciste sentir que había participado en esa aventura lastima que leí el correo de Denis hasta el Lunes. Siempre es bueno recordar algunas anécdotas y/o comentarios por parte de los participantes de cada salida, como uno que hicieron esta ultima salida, no recuerdo bien quien, ¡ayúdame a recordarlo! si no me equivoco decía antes de iniciar la bajada desde el 365 cuando se propuso ir hacia la bajada de Mine. Con un tono algo exaltado “No, Noo, Noooo, por ahí no han pasado muchas motos y esta horrible No, Nooo, Nooooo, además es subida” (creo que esto fue parte de la influencia del Chilenito).
ResponderEliminarSaludos
Raul