En alguna ocasión anterior escribí un articulo acerca del porque a algunas personas se sienten atraídas por los deportes, pero algunos más por los deportes extremos.
Bien pues hay una parte muy gozosa del deporte, el efecto de las endorfinas, substancias producidas por el organismo y que equivale en cierta medida al efecto de los opiáceos, hasta síndrome de abstinencia pueden provocar, si no se hace ejercicio también puede haber incluso depresión.
Los beneficios del deporte son varios: por un lado está ese placer directo del cuerpo que es innegable, inmediato, el placer del movimiento. Luego, el placer que te da ponerte a prueba, y hacer algo que no habías hecho hasta ese momento, con el bienestar general que te da.
El deporte reditúa en términos del bienestar como persona. Da un espacio de sociabilidad, con reglas claras. Son espacios de protección, de confort. Desde chicos los niños saben que ahí están sus pares, que ahí son protegidos y comprendidos por lo que hacen. Y tienen dividendos muy inmediatos: si me esfuerzo me va bien. Se trata de elegir una vida muy estructurada, muy organizada en la que quien siga las reglas tiene recompensas.
Me gustaría seguir escribiendo acerca de lo apasionante que es el deporte y de los beneficios que nos brinda, sin embargo en esta ocasión quiero alertarlos acerca de una enfermedad o síndrome, que si bien no es nueva, esta recién descrita. Desafortunadamente se presenta solo en ciclistas, no no tiene que ver con la próstata. No se sabe si es congénita o adquirida, pero si puede ser contagiosa si existe predisposición, lo mejor es que puede ser fácilmente detectable, solo se requiere una radiografía simple de cráneo.
Así que les aconsejo a todos que se hagan el estudio! y si la tienen, resignación amigos!
Hablen seriamente con sus familias......NO HAY CURACIÓN!!!(aunque hemos sabido de casos, lamentablemente muy cercanos, que se han curado; seguramente porque desarrollaron algún tipo de inmunidad, o bien nunca la padecieron del todo).

Bienvenidos!
"No se deja de pedalear cuando se envejece... Se envejece cuando se deja de pedalear".
viernes, 22 de febrero de 2013
jueves, 7 de febrero de 2013
Una historia de SERVICIO AL CLIENTE!!
Como casi todos los domingos, nos vimos allá en la base de la montaña, listos para recorrer veredas trepados sobre las dos ruedas que acarrean no solo nuestros pesados culos, sino también el montón de ganas, energía y buen humor con que nos equipamos, además de la gran dosis de insensatez sin la cuál no sería posible explicar las mega–madrizas que nos ponemos un fin de semana si y otro también en una actividad frenética que lleva ya muchos, muchísimos años.
Mientras el resto de "Toston Bikers" se alista, me trepo a la cleta y doy unas leves vueltas de reconocimiento verificando que todo funcione: frenos, clips de los pedales, cambios... ¡Chin! ¡Los cambios se trabaron!¡Carajo! ¿Que será? No lo se, y lo peor es que todos ya están listos y comenzando a tomar vereda.
¡Me lleva! Maldigo entre dientes y comienzo a seguir al grupo esperando que no sea nada de cuidado y que se destraben con un poco de suerte... Nada.
Pinches cambios no sé que les pasa. El pelotón se aleja, la bici se me queda en posición 1–1 y por más que le meto caña, mis piernas se mueven como las del Oso Yogui, pero no avanzo.
Un pensamiento sombrío me aqueja y comienzo a aceptar la triste realidad, mi bici no jala y tendré que regresarme sin rodar. Es casi una tragedia. Mientras estoy que me decido y no, sigo pedaleando y moviendo la palanca de los cambios a ver si logro descifrar el galimatías.
De pronto, recorriendo con la vista el mecanismo delante de las palancas, encuentro la falla: la funda del chicote del cambio delantero rota... ¡Noooooo, maldición!
El grupo se detiene allá en la primera loma del sendero al darse cuenta que me he rezagado mucho.
Me esperan y mientras me acerco me preguntan: ¿Pasa algo? ¿O vienes de huevón?
– No ca', esta pinche funda del cambio que se rompió, no tensa el chicote y no hace los cambios.
Pero ya sabemos del ingenio del mexicano que no tiene límites, asume y vence todos los retos.
Y arrimándonos un poco a donde se colaba el solecito, porque el frío estaba cañón, comienza la labor quirúrgica de "entablillado" de la funda rota.
Nada que unos cinchos estratégicamente colocados por las hábiles manos de nuestro cirujano de cabecera y sus dos instrumentistas no pudieran arreglar.
Los cambios trabajando al 50% fueron suficientes para completar una rodada de aquellas que llamamos "rompe–piernas".
El lunes, la bici al taller. Cambio de fundas y de chicotes; ingue–su.
Ya con la bici trepada en el banco de las agonías, nos damos cuenta que un rayo está roto. Ni modos. Cambio de rayo.
– Ya no le muevas. Le digo al mecánico, porque le empiezan a salir cosas.
Sin embargo no hubo manera de evitarlo, para cambiar el rayo roto hubo que desmontar la llanta, la corbata, el líquido sellador, en fin, todo el mugrero.
Y como si mi boca fuera de profeta, se jodió el asunto.
Después de armar todo y montar la llanta, la válvula da lata.
Pinches pivotes franceses, son una mierda. Se tuerce el vástago, no entra el aire, hay que sacarlo con una operación tan delicada que parece que estás trabajando con nitroglicerina.
Como puede, el mecánico le mete aire a la llanta, cierra la válvula que a esas alturas estaba de mírame y no me toques y de volada, sospecho que para que no me diera cuenta, monta la rueda en la bici y me la entrega... ¡Listo jefe!
– Sale, cuanto se debe.
– Son 100 de las fundas y chicotes, 30 del rayo y 50 dela mano de obra.
Y ahí voy, muy contento con mi bici "como nueva" solo para darme cuenta, llegando a la casa, que la mendiga llanta estaba ponchada hasta abajo... ¡Carajo! ¡Pinche mecánico de mierda!
Voy de vuelta. A esa hora el tráfico ya estaba de locos (y eso que todavía no estaban los estúpidos retenes), llego al taller y ya sabes... la sonrisa entre imbécil y penosa del mecánico y la pregunta inteligente: Que ¿no quedo?
Respiro hondo, no quiero bronca, solo quiero mi bici reparada.
De nuevo la suben al potro de los tormentos y después de media hora de especulaciones, diagnósticos, suposiciones, etc. se dicta el sabio veredicto: hay que cambiar el pivote porque ya no sella.
– Y ¿Cuánto el pivote?
– Es que no se venden sueltos. Sólo el juego completo con las válvulas. 200.
– Bueno, dámelas. De volada el cambio de pivote, aire y listo. ¡A la casa! Llego y la misma historia. La llanta ponchada hasta el suelo... ¡CARAJO! ¡CARAJO! ¡MIL VECES CARAJO!
Lleno de ira, me pongo a hacer la reparación yo mismo. Desmonto todo, reviso y encuentro la válvula dañada por la base, justo en la unión vulcanizada con la corbata.
Recurro al ingenio de nuevo. Si ya me sacó una vez de la bronca, pues ahora también, ps'quechingaos!
Le adapto un parche de cámara, armo todo y... Chihuahuas mi bomba no sopla lo suficiente para sellar la cubierta con el rin (tubeless). Ni modo, a la gasolinera. La inflo de volada y me regreso a la pileta del agua... brtbrtbrtbrt, el agua chacualea y las burbujas salen como si fuera sifón.
Me gana el coraje, grito furioso, miento madres... Me medio calmo y desarmo de nuevo.
Otro invento. Quito el parche, desprendo la válvula dañada y uso una de las nuevas recién compradas... aaaaahhh huevooo!!
Vuelvo a armar. La espalda lleva rato que me está matando. Se hace noche y el frío comienza a calar.
– Pinches espátulas no sirven ¡Carajo!
Todo me empieza a estorbar. Me machuco un dedo; maldigo por lo alto. Y para colmo, ME ROMPO LA UÑA DEL PULGAR... ¡MALDITA SEA! ¡SU PUTA MADRE! ¡ME ROMPI LA UÑA DE TOCAR LA GUITARRA!
Armo como puedo; furioso, congelado, roto, con la espalda en un espasmo de dolor.
Carajo, la pinche bomba otra vez no infla. A la gasolinera de nuevo. Son casi las doce de la noche, estoy frustrado, estoy... estoy... ...ESTOY QUE ME CARGA LA CHINGADA!! (Para ser absolutamente preciso y no dejar nada a la imaginación del lector).
Regreso a la casa con la llanta inflada, la meto a la pileta del agua y ...brtbrtbrtbrt las pinches burbujas parecían oxigenador de acuario.
Me di por vencido. Demasiado dolor, demasiada frustración, demasiada bilis y para colmo; ¡Mi uña rota! Peor no podía ir. Mal dormí esa noche y en mi mente obsesa solo había un objetivo: Arreglar la pinche llanta.
¿Que hago? ¿A quien se la llevo?
Necesito la corbata nueva. Le marco al taller, le explico la falla. Hay que cambiar la corbata; dicta el diagnóstico.
– Fta' y ¿Cuánto?
– Ps es que viene el juego completo; las dos corbatas, las válvulas, el líquido. Todo por 900.
– ¿Quééééééé? ¿Y no hay otra solución?
– La verdad no. Ese es todo el kit, si quieres me dejas el líquido y te rebajo 150.
– Deja lo pienso. Sale, gracias... (gatomadre, pensé)
Y mientras mascullaba mi frustración, voy pasando frente a la "Casa del Ciclista" y de suerte un carro iba saliendo, así que me estacioné...
Ding – Dong, suena la campanita al cruzar la puerta.
– Buenos días. Se escucha la voz detrás del mostrador y se asoma un tipo grandote con cara de buena gente ¿Que se le ofrece? Le hago un resumen de todos mis males y me dice:
– ¿Hay la trae?
– Ajá, en la cajuela.
– A ver, bájela.
¿Que podía perder? Fui por ella, la subo al mostrador y de entrada me pregunta: ¿Usted la armó?
– Mmjj ¿Por qué?
– Ps' es que está mal armada.
– Mmmmm, y ¿Cómo ves? ¿La podrás arreglar?
– Es que la corbata no sirve, pero podemos hacer un truco. Déjemela y en la tarde le digo que se puede hacer.
– Sale
Vuelvo en la tarde:
– ¿Que cree? que no ha sellado. Le puse látex y hay que darle tiempo. Véngase mañana.
Miércoles, paso en la noche, está cerrado... mmmmm le marco al cel.
– Tuve que salir, pero dése una vuelta mañana.
Jueves, media mañana. Me la entrega, voy feliz. Salgo a entrenar al Sierra por la tarde y ¡No puede ser! ¡Se sigue bajando!
Es muy poco, le voy a echar aire... psssssssssssssss 40 libras... ¡Madres! se sale el aire a chorros.
Viernes, me mira pasar por la puerta del negocio y le noto la mirada de "ya valió madres"
– ¿Que le pasó?
– No, que se le sigue saliendo.
– Déjeme checarla. Mmmm es de la base de la válvula, déjemela la voy a volver a pegar.
– OK, mañana vuelvo.
Sábado por la tarde, llego a la tienda,
– Cómo ves que no quiere sellar. Necesito hacerle un truco, le voy a meter una cámara más chica invertida para reemplazar a la corbata y con eso queda. Pero necesitas dejármela. (A estas alturas ya habíamos roto el turrón y ya éramos brothers y hasta nos tuteábamos tú).
– Mmmmmta es que mañana iba a ir a rodar.
Hace cara de preocupación.
Después de cinco días batallando con la maldita llanta, había comprado la bronca como suya y estaba realmente comprometido con el resultado.
Durante esos días fui observando su proceso de búsqueda de una solución y la verdad me fue dando un ejemplo de empatía. Recordé mis cursos de Servicio al Cliente y me di cuenta que nunca había conocido a alguien tan tenaz en buscar una solución a un problema.
Los otros mecánicos siempre me dejaron con mi bronca, en todo caso hicieron lo que siempre hacen y de lo que tanto nos quejamos: se han convertido en "cambia piezas". Ya no se emboletan en los problemas, te venden la refacción cara, te la montan y en la montaña te vienes dando cuenta que no la ajustaron bien, o que no la calibraron, en fin, que NO HAY COMPROMISO.
Allí, frente a aquel mostrador, me di cuenta de que aún hay gente que es profesional de su trabajo y que se compromete hasta el tuétano...
– Híjole, como le hacemos. No te puedes quedar sin rodar. Te voy a proponer algo, a ver si quieres. Mira yo tengo una bicicleta que armé, es una Specialized, a lo mejor no es como la tuya, pero la bici anda bien y si quieres te la llevas.
– No Gerardo ¿Cómo crees? si no queda la llanta, pues no voy a rodar. No pasa nada.
– Nooooo, noooo. La verdad es que ya debería haber quedado, pero no se por que no sella bien. Ya le cambié la válvula. De plano ya encargué la corbata, pero no me llegó. Con eso va a quedar. De verdad, llévate mi bici.
Fue tanta la voluntad, fue tal la actitud, las ganas de ofrecer un "Plan B" que no me pude rehusar.
El resto de la historia la conocen los que rodamos el domingo.
Ciertamente el traer una bici diferente te pone retos: el cambio de geometría, el peso diferente, los cambios, el paso de la transmisión, en fin, que fue una rodada con una exigencia mayor, pero feliz.
Quiero agradecer a mi amigo: Gerardo Jaime y reconocer su actitud y sentido del SERVICIO AL CLIENTE. Lo encuentran en la Casa del Ciclista que está sobre la López Mateos en Oxtotitlán. Altamente recomendado.
PD: La llanta me la entregó ayer y textualmente "a prueba de balas".
El entrenamiento de hoy en el Sierra fue por la zona de las piedras, ruda para las llantas y bien, sin fugas y subiendo y bajando como coyote en el monte. ;-)
Mientras el resto de "Toston Bikers" se alista, me trepo a la cleta y doy unas leves vueltas de reconocimiento verificando que todo funcione: frenos, clips de los pedales, cambios... ¡Chin! ¡Los cambios se trabaron!¡Carajo! ¿Que será? No lo se, y lo peor es que todos ya están listos y comenzando a tomar vereda.
¡Me lleva! Maldigo entre dientes y comienzo a seguir al grupo esperando que no sea nada de cuidado y que se destraben con un poco de suerte... Nada.
Pinches cambios no sé que les pasa. El pelotón se aleja, la bici se me queda en posición 1–1 y por más que le meto caña, mis piernas se mueven como las del Oso Yogui, pero no avanzo.
Un pensamiento sombrío me aqueja y comienzo a aceptar la triste realidad, mi bici no jala y tendré que regresarme sin rodar. Es casi una tragedia. Mientras estoy que me decido y no, sigo pedaleando y moviendo la palanca de los cambios a ver si logro descifrar el galimatías.
De pronto, recorriendo con la vista el mecanismo delante de las palancas, encuentro la falla: la funda del chicote del cambio delantero rota... ¡Noooooo, maldición!
El grupo se detiene allá en la primera loma del sendero al darse cuenta que me he rezagado mucho.
Me esperan y mientras me acerco me preguntan: ¿Pasa algo? ¿O vienes de huevón?
– No ca', esta pinche funda del cambio que se rompió, no tensa el chicote y no hace los cambios.
Pero ya sabemos del ingenio del mexicano que no tiene límites, asume y vence todos los retos.
Y arrimándonos un poco a donde se colaba el solecito, porque el frío estaba cañón, comienza la labor quirúrgica de "entablillado" de la funda rota.
Nada que unos cinchos estratégicamente colocados por las hábiles manos de nuestro cirujano de cabecera y sus dos instrumentistas no pudieran arreglar.
Los cambios trabajando al 50% fueron suficientes para completar una rodada de aquellas que llamamos "rompe–piernas".
El lunes, la bici al taller. Cambio de fundas y de chicotes; ingue–su.
Ya con la bici trepada en el banco de las agonías, nos damos cuenta que un rayo está roto. Ni modos. Cambio de rayo.
– Ya no le muevas. Le digo al mecánico, porque le empiezan a salir cosas.
Sin embargo no hubo manera de evitarlo, para cambiar el rayo roto hubo que desmontar la llanta, la corbata, el líquido sellador, en fin, todo el mugrero.
Y como si mi boca fuera de profeta, se jodió el asunto.
Después de armar todo y montar la llanta, la válvula da lata.
Pinches pivotes franceses, son una mierda. Se tuerce el vástago, no entra el aire, hay que sacarlo con una operación tan delicada que parece que estás trabajando con nitroglicerina.
Como puede, el mecánico le mete aire a la llanta, cierra la válvula que a esas alturas estaba de mírame y no me toques y de volada, sospecho que para que no me diera cuenta, monta la rueda en la bici y me la entrega... ¡Listo jefe!
– Sale, cuanto se debe.
– Son 100 de las fundas y chicotes, 30 del rayo y 50 dela mano de obra.
Y ahí voy, muy contento con mi bici "como nueva" solo para darme cuenta, llegando a la casa, que la mendiga llanta estaba ponchada hasta abajo... ¡Carajo! ¡Pinche mecánico de mierda!
Voy de vuelta. A esa hora el tráfico ya estaba de locos (y eso que todavía no estaban los estúpidos retenes), llego al taller y ya sabes... la sonrisa entre imbécil y penosa del mecánico y la pregunta inteligente: Que ¿no quedo?
Respiro hondo, no quiero bronca, solo quiero mi bici reparada.
De nuevo la suben al potro de los tormentos y después de media hora de especulaciones, diagnósticos, suposiciones, etc. se dicta el sabio veredicto: hay que cambiar el pivote porque ya no sella.
– Y ¿Cuánto el pivote?
– Es que no se venden sueltos. Sólo el juego completo con las válvulas. 200.
– Bueno, dámelas. De volada el cambio de pivote, aire y listo. ¡A la casa! Llego y la misma historia. La llanta ponchada hasta el suelo... ¡CARAJO! ¡CARAJO! ¡MIL VECES CARAJO!
Lleno de ira, me pongo a hacer la reparación yo mismo. Desmonto todo, reviso y encuentro la válvula dañada por la base, justo en la unión vulcanizada con la corbata.
Recurro al ingenio de nuevo. Si ya me sacó una vez de la bronca, pues ahora también, ps'quechingaos!
Le adapto un parche de cámara, armo todo y... Chihuahuas mi bomba no sopla lo suficiente para sellar la cubierta con el rin (tubeless). Ni modo, a la gasolinera. La inflo de volada y me regreso a la pileta del agua... brtbrtbrtbrt, el agua chacualea y las burbujas salen como si fuera sifón.
Me gana el coraje, grito furioso, miento madres... Me medio calmo y desarmo de nuevo.
Otro invento. Quito el parche, desprendo la válvula dañada y uso una de las nuevas recién compradas... aaaaahhh huevooo!!
Vuelvo a armar. La espalda lleva rato que me está matando. Se hace noche y el frío comienza a calar.
– Pinches espátulas no sirven ¡Carajo!
Todo me empieza a estorbar. Me machuco un dedo; maldigo por lo alto. Y para colmo, ME ROMPO LA UÑA DEL PULGAR... ¡MALDITA SEA! ¡SU PUTA MADRE! ¡ME ROMPI LA UÑA DE TOCAR LA GUITARRA!
Armo como puedo; furioso, congelado, roto, con la espalda en un espasmo de dolor.
Carajo, la pinche bomba otra vez no infla. A la gasolinera de nuevo. Son casi las doce de la noche, estoy frustrado, estoy... estoy... ...ESTOY QUE ME CARGA LA CHINGADA!! (Para ser absolutamente preciso y no dejar nada a la imaginación del lector).
Regreso a la casa con la llanta inflada, la meto a la pileta del agua y ...brtbrtbrtbrt las pinches burbujas parecían oxigenador de acuario.
Me di por vencido. Demasiado dolor, demasiada frustración, demasiada bilis y para colmo; ¡Mi uña rota! Peor no podía ir. Mal dormí esa noche y en mi mente obsesa solo había un objetivo: Arreglar la pinche llanta.
¿Que hago? ¿A quien se la llevo?
Necesito la corbata nueva. Le marco al taller, le explico la falla. Hay que cambiar la corbata; dicta el diagnóstico.
– Fta' y ¿Cuánto?
– Ps es que viene el juego completo; las dos corbatas, las válvulas, el líquido. Todo por 900.
– ¿Quééééééé? ¿Y no hay otra solución?
– La verdad no. Ese es todo el kit, si quieres me dejas el líquido y te rebajo 150.
– Deja lo pienso. Sale, gracias... (gatomadre, pensé)
Y mientras mascullaba mi frustración, voy pasando frente a la "Casa del Ciclista" y de suerte un carro iba saliendo, así que me estacioné...
Ding – Dong, suena la campanita al cruzar la puerta.
– Buenos días. Se escucha la voz detrás del mostrador y se asoma un tipo grandote con cara de buena gente ¿Que se le ofrece? Le hago un resumen de todos mis males y me dice:
– ¿Hay la trae?
– Ajá, en la cajuela.
– A ver, bájela.
¿Que podía perder? Fui por ella, la subo al mostrador y de entrada me pregunta: ¿Usted la armó?
– Mmjj ¿Por qué?
– Ps' es que está mal armada.
– Mmmmm, y ¿Cómo ves? ¿La podrás arreglar?
– Es que la corbata no sirve, pero podemos hacer un truco. Déjemela y en la tarde le digo que se puede hacer.
– Sale
Vuelvo en la tarde:
– ¿Que cree? que no ha sellado. Le puse látex y hay que darle tiempo. Véngase mañana.
Miércoles, paso en la noche, está cerrado... mmmmm le marco al cel.
– Tuve que salir, pero dése una vuelta mañana.
Jueves, media mañana. Me la entrega, voy feliz. Salgo a entrenar al Sierra por la tarde y ¡No puede ser! ¡Se sigue bajando!
Es muy poco, le voy a echar aire... psssssssssssssss 40 libras... ¡Madres! se sale el aire a chorros.
Viernes, me mira pasar por la puerta del negocio y le noto la mirada de "ya valió madres"
– ¿Que le pasó?
– No, que se le sigue saliendo.
– Déjeme checarla. Mmmm es de la base de la válvula, déjemela la voy a volver a pegar.
– OK, mañana vuelvo.
Sábado por la tarde, llego a la tienda,
– Cómo ves que no quiere sellar. Necesito hacerle un truco, le voy a meter una cámara más chica invertida para reemplazar a la corbata y con eso queda. Pero necesitas dejármela. (A estas alturas ya habíamos roto el turrón y ya éramos brothers y hasta nos tuteábamos tú).
– Mmmmmta es que mañana iba a ir a rodar.
Hace cara de preocupación.
Después de cinco días batallando con la maldita llanta, había comprado la bronca como suya y estaba realmente comprometido con el resultado.
Durante esos días fui observando su proceso de búsqueda de una solución y la verdad me fue dando un ejemplo de empatía. Recordé mis cursos de Servicio al Cliente y me di cuenta que nunca había conocido a alguien tan tenaz en buscar una solución a un problema.
Los otros mecánicos siempre me dejaron con mi bronca, en todo caso hicieron lo que siempre hacen y de lo que tanto nos quejamos: se han convertido en "cambia piezas". Ya no se emboletan en los problemas, te venden la refacción cara, te la montan y en la montaña te vienes dando cuenta que no la ajustaron bien, o que no la calibraron, en fin, que NO HAY COMPROMISO.
Allí, frente a aquel mostrador, me di cuenta de que aún hay gente que es profesional de su trabajo y que se compromete hasta el tuétano...
– Híjole, como le hacemos. No te puedes quedar sin rodar. Te voy a proponer algo, a ver si quieres. Mira yo tengo una bicicleta que armé, es una Specialized, a lo mejor no es como la tuya, pero la bici anda bien y si quieres te la llevas.
– No Gerardo ¿Cómo crees? si no queda la llanta, pues no voy a rodar. No pasa nada.
– Nooooo, noooo. La verdad es que ya debería haber quedado, pero no se por que no sella bien. Ya le cambié la válvula. De plano ya encargué la corbata, pero no me llegó. Con eso va a quedar. De verdad, llévate mi bici.
Fue tanta la voluntad, fue tal la actitud, las ganas de ofrecer un "Plan B" que no me pude rehusar.
El resto de la historia la conocen los que rodamos el domingo.
Ciertamente el traer una bici diferente te pone retos: el cambio de geometría, el peso diferente, los cambios, el paso de la transmisión, en fin, que fue una rodada con una exigencia mayor, pero feliz.
Quiero agradecer a mi amigo: Gerardo Jaime y reconocer su actitud y sentido del SERVICIO AL CLIENTE. Lo encuentran en la Casa del Ciclista que está sobre la López Mateos en Oxtotitlán. Altamente recomendado.
PD: La llanta me la entregó ayer y textualmente "a prueba de balas".
El entrenamiento de hoy en el Sierra fue por la zona de las piedras, ruda para las llantas y bien, sin fugas y subiendo y bajando como coyote en el monte. ;-)
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